20080817

Instrumentalizar a los Animales

Pongamos un ejemplo dentro de la propia especie humana, también llamada Homo-Sapiens. Nadie duda que el asesinato sea algo malo. Sólo si fuésemos partidarios/as de la pena de muerte podríamos aceptar que asesinar a alguien, en este caso, por razones judiciales, sea aceptable. De la misma forma, la eutanasia presenta este mismo dilema pero con características diferentes, ya que también toma en cuenta el seguro sufrimiento de la propia persona a ser asesinada. Dejamos de lado el caso de la defensa propia, o sea, matar a alguien ante nuestra propia inminente muerte, ya que más adelante pasaremos de lleno a hablar de supuestas diferencias entre especies, algo que no tiene nada que ver con la defensa propia.

El tema que proponemos aquí es el de “instrumentalizar a alguien”. Desde el momento en que la vida de otro individuo depende de alguien más, se lo está instrumentalizando. La instrumentalización de seres humanos, también llamada esclavitud humana terminó hace aproximadamente doscientos años. Los esclavos humanos no eran sujetos, o sea, no tenían derechos, o sea, alguien más decidía sobre sus vidas. Lo mismo ocurría con las mujeres y los/as niños/as hasta hace no demasiado tiempo, y lo mismo ocurría a quienes fueron víctima de las atrocidades del Holocausto y de otros genocidios.



Instrumentalizar a alguien significa que ese alguien no tiene, ni siquiera, el derecho básico, mínimo, de no ser considerado un medio para los fines de alguien más. Los Derechos Humanos colocaron una barrera y prohibieron tal práctica entre individuos de la especie humana u Homo-Sapiens. Nadie está afirmando aquí que los DD.HH. sean respetados correctamente en todos los lugares. De ser así, no existirían ni siquiera crímenes “de sangre”, ya que los mismos implican que la víctima es considerada como un medio para los fines del criminal. La principal limitación de los DD.HH. es que sólo toman en cuenta como víctima a individuos de la especie humana, de ahí su nombre de “Derechos Humanos”.



Así como nadie niega que los DD.HH. no nos protejan de alguien que esté dispuesto a violarlos a cualquier precio, es por esa misma razón que no admitimos regular esas violaciones a los Derechos Humanos. Regular, o sea, legitimar violaciones al derecho básico a no ser considerados/as como medios para los fines de alguien más, sería como dar el brazo a torcer, sería admitir que tal derecho no es tan importante después de todo, sería permitir que ese derecho tan básico sea violado de alguna forma, sería, en definitiva, adjudicar una victoria al criminal que se dispuso violar el Derecho.

Imaginemos el siguiente hipotético reglamento:

ARTÍCULO 1: El asesinato, en tanto falta ante el Código Penal, deberá ser realizado tomando en cuenta el bien estar de la persona a la que le sea aplicado. Deberá ser realizado en horas del día, con previo aviso de al menos dos segundos a la víctima, y utilizando solamente alguno de los elementos que se detallan a continuación: arma de fuego calibre 7,62 o mayor; cuchillo con hoja no dentada de al menos 20 centímetros de longitud y 5 de ancho, el cual deberá estar afilado al corriente y en cumplimiento de inspección regular según Decreto 980/015; estrangulación utilizando soga de un mínimo de 1,50 metros y grosor de por lo menos un centímetro. El incumplimiento de alguno de estas regulaciones implicará un agravante del delito en general.

El anterior ejemplo es intencionalmente exagerado e inimaginable. Lo mismo sucede cuando hay posiciones tomadas con respecto a otros asuntos polémicos de la vida en sociedad. Podremos estar de acuerdo o en desacuerdo con la posición que la Iglesia tiene con respecto a la vida y el aborto, pero desde que dicha institución considera el surgimiento de la vida con la mera concepción, la única posición consistente es la de no permitir ningún tipo de aborto, bajo ninguna circunstancia. Las discusiones sobre el aborto son posibles sólo porque existen otras teorías sobre el surgimiento de una vida. De la misma forma, las sociedades que admiten la pena de muerte consideran que el derecho a la vida cesa en circunstancias en las que el individuo no respetó ese mismo derecho en alguien más. Y seguramente la eutanasia sea el tercer asunto en cuanto a grado de polémica. Si defendemos la eutanasia, estamos siendo consistentes con una postura ética en la que vivir libre de dolor pasa a ser incluso más importante que la propia vida en sí.

Pero salvando el caso del aborto, donde la posición del feto a ser muerto no es tomada en cuenta, no existe instrumentalización legal de la vida de los seres humanos (la posición de tomar en cuenta la capacidad de sentir, o sea, la sintiencia del feto, no es tomada en cuenta en la actualidad). En el caso de la pena de muerte, sus defensores pueden alegar que el criminal que va a ser ejecutado tuvo en algún momento la posibilidad de elegir entre no cometer el delito penado con la muerte, y cometerlo. Y en el caso de la eutanasia, es la propia persona, o en casos muy excepcionales, sus familiares más cercanos, quien decide si seguirá viviendo o no.

Cualquier legitimación del asesinato, o cualquier otra violación a un Derecho Humano o a una ley penal supondría tomar como aceptable ese incumplimiento. Regular supone decir cómo se hace algo. Si la propia ley regula la forma en que la ley es violada, estamos hablando de una incongruencia significativa. La ley, que es la referencia de lo que es permitido o no hacer, no puede regular o legitimar formas de violar esa misma u otras leyes. Claro que una ley puede contener sus propias excepciones, como sucede para muchos de los delitos. Un ejemplo de esto sería la “legítima defensa”, o sea, si matamos a alguien en caso de que ese alguien constituya una amenaza probada contra nuestra propia vida.

Por qué no vemos ejemplos como el artículo citado párrafos más arriba? Simplemente porque quienes hacen leyes saben que regular formas de violar esas mismas leyes constituye una contradicción tan grande como decir “no hagas esto”, y al otro día decir “está bien, hazlo, pero no dejes todo muy sucio, sí?”. Qué sucede cuando a los/as niños/as les prohibimos que hagan algo, pero luego se lo permitimos, ya sea porque nos superó la situación, o por su insistencia? Bueno, no hay una sola respuesta a esta pregunta, pero si visitamos alguna escuela o liceo podemos ver muchísimos ejemplos de carencia de referencias morales claras en los estudiantes.

No vemos leyes que regulen el incumplimiento de otras leyes, y ese es un principio que se aplica en todos los sistemas legales, al menos en los occidentales. Cuando una nueva ley contradice a una anterior, la anterior pasa a perder vigencia, y la nueva ley toma su lugar. Es por eso que el proceso legislativo es a veces lento, ya que tiene que considerar los anteriores procesos legales antes de promulgar nuevas leyes sobre una misma materia. Pero incluso ante los más serios problemas sociales, tasas altísimas de inseguridad y criminalidad, es el propio sistema legal y democrático el que cae antes de abrir mano de los derechos básicos. Simplemente (y tristemente) entramos en un “estado de excepción” o “ley marcial”.

Regular el asesinato o cualquier otro crimen que vaya contra un Derecho Humano o cualquier otro derecho penal, significaría instrumentalizar a la víctima. Instrumentalizar significa convertir en instrumento, “cosificarla”, hacerla “cosa”, “objeto”, en definitiva, convertir a la víctima en un medio para los fines del criminal.

Sólo los humanos (Homo-Sapiens) tenemos derechos, o sea, somos “sujetos de Derecho”, tenemos al menos el derecho básico a no ser considerados como un medio para los fines de alguien más. Todos los demás animales carecen de tal derecho, siendo que la ley los considera “objetos de derecho”, “bienes muebles semovientes”, o sea, “instrumentos”. Los objetos de Derecho existen para que los sujetos de Derecho los utilicen, de ahí la denominación “instrumentos”. Pero los/as veganos/as elegimos no ejercer nuestro derecho legal a utilizar a los animales, que como animales tienen la misma capacidad de sentir dolor y placer que los/as humanos/as, como medios para nuestros fines. Simplemente partimos de la base de que los derechos básicos no deberían ser adjudicados en base a la especie a la que pertenecemos, sino en base a nuestra capacidad de sentir dolor y placer, que no varía de especie en especie.



En este caso, los animales ya son considerados por la ley como “instrumentos”, y la regulación no los “instrumentaliza” como sucedería con una ley que regule una violación a un derecho. Los animales ya habían sido instrumentalizados por una ley anterior, generalmente, muy anterior. Típicamente, son los códigos civiles u otros textos estructurales de cada sistema jurídico los que instrumentalizan a los animales.

Sin embargo, para quienes no consideramos a los animales como “instrumentos” o “cosas”, o sea, para los/as veganos/as, los animales no son medios para nuestros fines. Simplemente elegimos no practicar nuestro derecho a utilizar seres sintientes como si fuesen objetos, a pesar de que la ley nos faculta para ello. De eso se trata ser y vivir veganos, es nuestra filosofía de vida, la cual podrá ser compatible con cualquier otro aspecto de la vida de las demás personas, excepto en que elegimos desoír la instrumentalización de los animales que nos proponen las leyes fundacionales de nuestros países.



Qué sucede entonces con las leyes que regulan, legitiman o dicen de qué forma esos seres sintientes, considerados por la ley y por quien elija seguir ese pensamiento (especismo) como “instrumentos” u “objetos”? Esa ley no es la que convierte a los animales en instrumentos, ya que la instrumentalización ya había ocurrido (recordemos que toda ley puede ser derogada), sino que refuerza o continúa esa forma de pensar. En definitiva, una ley que dice cómo debería ser utilizado un animal sintientes, que por no ser de la especie Homo-Sapiens es considerado un “instrumento”, lo que hace es legitimar esa instrumentalización.

Qué sucede entonces con los/as veganos/as, o sea, quienes elegimos no usar a los animales como “instrumentos”, que afirman que es necesario apoyar tales leyes que regulan el uso de animales? Más allá de que vivir veganos/as sea una elección de cada individuo, elegir por un lado desobedecer una ley que dice “los animales nohumanos son ‘objetos’”, para luego promover una ley que refuerza esa categorización como “objetos” es, por lo menos, contradictoria. Contradecir la propia filosofía vegana, que cuestiona la consideración de los seres sintientes (sean estos humanos o no) como “instrumentos” al apoyar reformas en esa consideración basada en la discriminación entre especies es, por lo menos, otro caso de lo que el Prof. Dr. Gary L. Francione denominó “Esquizofrenia Moral”.

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