20070427

Antiveganos?

El siguiente ensayo intenta llamar la atención sobre el creciente número de embates por parte del especismo que han tenido lugar especialmente en el correr de 2007. En este caso en particular, comentamos un artículo dividido en once (con dos apéndices) páginas, y que supone un ataque frontal a la forma de vida que llama de “vegetariana” poniendo énfasis en el vegetarianismo de base religiosa de los Adventistas del Séptimo Día, pero que en la mayoría de las oportunidades se refiere al veganismo. El artículo original en inglés se encuentra en: www.acsh.org/healthissues/newsID.760/healthissue_detail.asp y la versión traducida al español en: www.wikilearning.com/por_que_no_soy_vegetariano-wkccp-7902-1.htm

El autor comienza subestimando lo que él engloba dentro de “vegetarianismo” al desmerecer la importancia de la “correción”, o sea, los valores éticos. De esta forma, está sugiriendo que el vegetarianismo no sería más que una “moda pasajera”. aunque no sabemos exactamente si con este término se está refiriendo a un verdadero vegetarianismo, o sea, lo que conocemos por “veganismo” o abstención de cualquier producto o derivado de algún animal, o en cambio está haciendo referencia a alguna dieta de disminución de carnes, o incluso la de aquellas personas que se dicen vegetarianas a pesar de continuar comiendo peces o pollos. Si hablamos de un verdadero vegetarianismo producto de la convicción de que los animales nohumanos no son recursos, objetos o propiedad de los humanos estamos ante la alternativa a una de las formas de discriminación, el especismo. Al igual que alguien que no es sexista cree en igualdad de derechos para hombres y mujeres, alguien que no es racista cree en igualdad de derechos para individuos de cualquier origen étnico, alguien que no es especista cree en igualdad de derechos para quien no pertenece a la raza humana también.

Más adelante, el autor satiriza y desprecia el vegetarianismo como forma de producción y consumo amigable con el medioambiente. De hecho, la industria ganadera es la más contaminante en el mundo, sólo segunda ante la polución causada por el transporte automovilístico. Se necesita media hectárea para alimentar a un vegetariano por un año, mientras que se necesitan 1,3 hectáreas para alimentar a alguien con carne. Todo esto sin contar con el derroche de agua que provoca la industria ganadera al requerir 9 veces más cantidad de este recurso que la alimentación vegetariana. La forma de vida vegetariana es el principal aporte personal para ayudar al problema medioambiental, es un hecho objetivo que puede consultarse en cualquier lugar.

De forma difícil de creer, el autor termina diciendo que el vegetarianismo “tiene aspectos ocultos”. Dada la poca seriedad de esta declaración, la misma no merece demasiado cuidado. Es evidente la multitud de documentación, investigaciones y publicaciones que brindan todo tipo de información con respecto al vegetarianismo, mientras que es difícil encontrar investigación seria que defienda el carnivorismo. Es más, los sitios dedicados a “vender” el carnivorismo son, o pertenecientes a partes interesadas como las asociaciones o institutos de productores de carne, fanáticos religiosos o ultraderechistas, o sitios poco serios creados por personas con pocos valores éticos y que buscan entretener a su menguada audiencia con provocaciones intolerantes. No es casual que desde estos sectores se pretenda “asustar” a quienes no están dentro del sistema de discriminación y explotación hacia los animales nohumanos.

El veganismo, o vegetarianismo ético, es una forma de vida para cualquier individuo coherente con una posición de firme rechazo a la forma de discriminación que provoca más esclavitud y muerte en el siglo XXI, el especismo.

En el segundo artículo, el autor profundiza en su rechazo el cual es, a su vez, el rechazo a la discriminación hacia los nohumanos. Criticar al vegetarianismo por razones terminológicas ciertamente habla de una falta de otros criterios. Si bien es cierto que “vegetarianismo” parecería significar un gusto por los vegetales, el término cuenta con más de 100 años de historia, y hoy en día nadie duda de su significado. De la misma forma se podría denominar “carnívoro” a quien come carne, ya que a pesar de que los mismos no comen exclusivamente carne como sí lo hacen los tigres o leones, por ejemplo, es lo que los caracteriza. El término “omnívoro” es igualmente inconsistente en su pretendido significado de “comer cualquier cosa”, ya que prácticamente ningún “omnívoro” occidental come perros, gatos, insectos o seres humanos.

En el segundo párrafo, la falta de información se hace notar. En primer lugar, si en el párrafo anterior se había dicho que el término “vegetariano” sugería “gusto por los vegetales”, cómo se explica la aplicación del término a quienes consumen animales como los peces o el pollo? No existe tal cosa como “semivegetariano” o “pescovegetarianos”, ya que el mismo término se contradice. De la misma forma el veganismo, o vegetarianismo estricto, es justamente eso, la exclusión de cualquier producto de origen animal, miel incluída, a diferencia de lo que dice el citado artículo.

Caracterizar a los vegetarianos de “ideológicos” es algo típicamente reaccionario, no sólo de los antivegetarianos, sino también de los “anti- otras cosas” en general. Colocarse en una posición de arrogante superioridad para criticar “desde arriba” es algo que hacen quienes critican todo tipo de ideas y pensamientos independientes de un sistema ideológico, en este caso, el especismo. Desde el especismo se tilda al vegetarianismo de “idealista”, ya que no se concibe otra idea que no sea la de los animales nohumanos siendo considerados como propiedad o recursos a explotar, como si fueran objetos inanimados.

Una forma de vida vegetariana puede explicarse por los más diversos motivos e investigaciones científicas, y no por eso el autor tiene la “última palabra” ni él mismo cuenta con conocimientos serios como para argumentar que sus propias ideas son “mejores” o “superiores”. Nuevamente recurre al miedo para argumentar que su discurso tiene más peso. Quien recurre al miedo y advierte sobre supuestos “peligros” no tiene más razones, simplemente está ejerciendo terrorismo verbal.

No estar de acuerdo con la explotación institucionalizada, producto de una idea flagrantemente discriminatoria como lo es el especismo, no es algo que merezca acusaciones y amenazas como las que propone el autor. El especismo es la ideología que permite la consideración de todo aquel que no pertenezca a la raza humana como un simple objeto, sin tomar en cuenta su capacidad de sentir dolor, la cual es igual a la de los humanos. Para mantener en pie el especismo, una enorme variedad de excusas, instituciones y una grandísima cantidad de recursos son empleados diariamente. En realidad es el especismo el que está basado y apoyado en una ideología. Oponerse al mismo, por ejemplo, siendo vegano, es lo menos que puede hacer cualquiera que tenga un mínimo de consideración moral.

Comienza el tercer artículo haciendo mención a un supuesto estudio acerca del “vegetarianismo típico”. Tal vez sea posible hablar de un vegetarianismo típico o mayoritario, basado en estudios estadísticos, pero no existe tal cosa como una definición única, reglamento o “ley” sobre las ideas veganas o vegetarianas. Existen multitud de motivos por los cuales uno puede acercarse a esta filosofía de vida, los cuales pueden ser graduales, o pueden incluso significar una puerta a más conocimiento y pasar, de esta forma, a considerar otros motivos. El vegetarianismo es una elección personal basada en motivos, y no puede considerársela un “club cerrado” o una asociación con requisitos para entrar.

En cuanto a la descripción de los puntos que supuestamente serían los requisitos para ser vegetariano, el primero de ellos tiene similitudes con la base del veganismo ético. El veganismo ético consiste en poner en práctica la idea de que los animales humanos no son propiedad privada u objetos al servicio de la raza humana. Como animales con igual capacidad para sentir dolor, humanos y nohumanos merecemos al menos un derecho básico, no ser propiedad de otros. El autor del artículo en cuestión mezcla una serie de conceptos que no se relacionan entre sí, como por ejemplo, el término “sagrado”, que tiene una fuerte connotación religiosa y, si bien puede ser así para algunas personas, no es una referencia seria a lo que motiva a cualquier persona a ser vegna o vegetaiana. Cuestionar el estatuto de “propiedad” que sufren los nohumanos no significa (necesariamente) pensar en términos de “sagrado vs. nosagrado”, sino que es un problema de injusticia, desigualdad e incongruencia moral la que motiva la esclavitud en cualquier caso. Asimismo, al referirse a “formas de vida”, el autor parece estar reforzando la confusión generalizada sobre quiénes son los seres con capacidad de sentir dolor. Es por este motivo que muchas personas “ponen en la misma bolsa” a veganos, ecologistas y amigos de las plantas. Los animales, con sistema nervioso central, tenemos la capacidad de sentir dolor y placer y, por lo tanto, tenemos interés en no experimentar dolor, merecemos consideración como sujetos, no objetos de Derecho.

Poner ejemplos exagerados como supuestas invasiones o conspiraciones de los nohumanos “para enfermar a los humanos” no es más que un desesperado intento por reforzar la idea de que todo aquel que no sea humano es peligroso, impuro, inferior, despreciable, y por lo tanto merece ser utilizado, explotado y hecho propiedad de los humanos, o ser destruida a capricho de los mismos. Este dogmatismo de que todo animal nohumano nace con etiqueta de propiedad y sentencia de muerte firmada, hace que no se consideren alternativas que son probadamente más efectivas. Por citar tan solo un par de ejemplos, hay gran cantidad de elementos para evitar ser picados por mosquitos. En cambio, las fumigaciones que, supuestamente apuntan a matar a todos los individuos de una determinada raza que está “dando problemas”, como el autor menciona a los mosquitos, no solo son utópicas en sus intenciones de eliminar a toda la población, sino que generan inmunidad en los sobrevivientes y su decendencia, así como provocan la muerte y enfermedades en otros animales, humanos y nohumanos. En el caso de las víboras, el autor parece promover una cruzada de activistas para matar a toda aquella que osara pasarse ante sus ojos. Esta declaración parece más un argumento emocional personal, tal vez de venganza, en lugar de una respuesta seria para evitar que “ninguna persona vuelva a ser picada por una víbora”. Las serpientes viven en su hábitat y rara vez atacan a quienes no son sus presas o depredadores naturales, o sea, los humanos, sino que son éstos los que van en busca de éstas.

La discusión no pasa por si comer carne es más o menos desagradable al paladar humano. El veganismo es una expresión personal de no ser cómplice de la esclavización de animales, y no una posición estética o degustativa. El autor parece hablar con nostalgia y entusiasmo sobre personas con costumbre de comer animales crudos, y en otros segmentos del texto habla con desprecio acerca de la comida vegana que su amigo preparó. Lo cierto es que dichas prácticas de comer animales crudos son extremadamente minoritarias entre los humanos carnívoros. La mayoría de la gente no quiere enterarse cómo la hamburguesa que está comiendo fue una vez un esclavo nohumano que sufrió un dolorosísimo proceso durante una corta vida que terminó en un matadero.

En cuanto a las motivaciones sanitarias, nadie puede negar que grasas saturadas, ácido úrico, hormonas y bacterias son componentes característicos de la carne de animales y los derivados. El resto de los supuestos “postulados” del tercer texto son meras experiencias y anécdotas personales.

En el cuarto artículo se presentan una serie de argumentos que pretenden convencer por medio de la inducción, o sea, por la presentación de un par de casos de vegetarianos que han tenido problemas de salud. Lo primero a considerar es el prejuicio existente, y también basado en la inducción o “pseudoestadística”, al decir que alguien que deja de consumir animales y derivados de los mismos, más tarde o más temprano “está destinado” a rechazar toda una serie de cosas más, que en realidad no tienen nada que ver con oponerse al especismo, o sea, la causa de quien es vegano por ética.

Presentar un par de casos de veganos descuidados con su propia alimentación o la de sus hijos no es razón para culpar a las razones para ser vegano o vegetariano, sino razón para culpar a padres negligentes en particular. En el caso de la criatura que sufrió desnutrición y bajo peso, por ejemplo, era muy clara la falta de alimentos ricos en proteínas, como lo son las legumbres, porotos, gluten, soja, etc. Lamentablemente en nuestros días, y sin contar con cifras de zonas geográficas donde la mortalidad infantil son altísimas, muchísimos niños sufren de mala nutrición. Existen “superniños” y no precisamente por ser “supersanos”, sino por pesar diez veces más de lo normal para su edad y tener sus arterias saturadas con colesterol, por lo que están prácticamente condenados a sufrir enfermedades cardíacas, no precisamente por ser veganos, sino más bien por todo lo contrario gracias a las cadenas de comida chatarra y su publicidad masiva para atraer a un público cada vez más joven.

Pertenecer a un sistema ideológico cruel y esclavista como lo es el especismo no es algo que contenga las “mil maravillas” de la salud, sino que es justificado por tradición, sentimentalismo y muchísimos intereses creados. Es cualquier cosa menos la panacea de la dieta saludable.

En el quinto artículo hay una serie de excusas por las cuales supuestamente, la Biblia aconsejaría ser especistas, o incluso, condenar a quienes “se atrevan” a cuestionar a dicho sistema.

Si bien se puede interpretar la Biblia para acusar al especismo, también los especistas encuentran motivos para condenar a quienes se rehusen a aceptar sus ideas, tal como nos muestra el autor del citado artículo. Es más, en la Biblia también podrían encontrar justificación quienes pretendan ejercer la esclavitud hacia otros humanos, o quienes quieran discriminar a las mujeres, por ejemplo.

La Biblia no parece ser, hoy en día, una fuente de mandatos prescriptivos. Si bien las sagradas escrituras no condenan al especismo, tampoco obliga a consumir animales o sus derivados.

En el sexto punto hay una mezcla de argumentaciones contra las motivaciones éticas y motivaciones de salud para atacar al veganismo. En primer lugar, no hay investigaciones científicas concluyentes con respecto a la citada vitamina B12, sino que existen multitud de puntos de vista. Por cierto, no es un punto de vista serio el tono burlón con el que termina el primer párrafo de este artículo al referirse a los alimentos orgánicos.

En realidad, los animales no producimos vitamina B12 en nuestros tejidos, sino que la misma es producida por una bacteria hacia el final del sistema digestivo.

Es una falacia argumentar que el carnivorismo ofrece “todos los nutrientes” que el cuerpo necesita. Bien sabido es que la alimentación exclusivamente cárnica por tiempo prolongado provoca enfermedades como el escorbuto o ausencia de vitaminas y fibras. Son justamente las fibras las que no se encuentran en la carne, lo que impide una digestión saludable, con lo que la putrefacción en el intestino se vuelve crónica, sin contar con la inmensidad de enfermedades cardiovasculares que, junto con el cáncer, ocupan los primeros lugares en las causas de mortalidad.

Los puntos siete y ocho no merecen mayor consideración debido a su ambigüedad. Ningún punto en concreto es tratado allí, más que supuestas acusaciones encubiertas, como decir que existe un “complot” vegetariano en el deporte o algo así. De todas formas, no se entiende como la grasa saturada, elemento fundamental de la dieta carnívora, podría ayudar a los deportistas.

Para el noveno artículo, vuelven las acusaciones. Se acusa a los vegetarianos de “creerse superiores” moralmente. Pero, es ésta una acusación a los vegetarianos, o a quienes tienen algún valor moral? Acaso no se está creyendo “moralmente superior” el autor al hacer apología de su especismo? Pero corre por cuenta del autor probar cómo justifica que el tratar a seres sintientes como si fueran objetos inanimados puede ser una posición moral válida.

Más adelante cita el caso de la organización “Personas por la Ética en el Trato a los Animales”, la cual, a pesar de su tamaño e importancia, no puede ser tomada como referente en cuanto a la oposición al especismo. Pero la crítica a la fundadora de dicha organización es, en este caso, por oponerse a instituciones “sagradas” para la comunidad especista como lo es, por ejemplo, la pesca.

Si bien hay activistas violentos para todas las causas, oponerse al especismo no tiene nada de violento, sino todo lo contrario. El especismo es violento y terrorista por natureleza, ya que constantemente fabrica miedos como los anteriormente citados por el autor del artículo, tales como “si no comes animales vas a estar desnutrido”, o cosas por el estilo.

El especismo fabrica también situaciones tales como las citadas, donde supuestamente habría que elegir entre la vida de un nohumano y la vida de un humano. Oponerse al especismo no significa que uno tenga que optar por el nohumano en tales casos. Pero como magistralmente explica el Prof. Gary Francione en su libro “Introducción a los Derechos de los Animales: Tu Criatura o tu Perro”, la mayoría de las personas no sólo preferirían salvar a la criatura antes que al perro en casos de vida o muerte, sino que eligirían a Su criatura antes que a otra criatura, antes que a cualquier otra persona, incluso antes que una multitud de personas. Continúa explicando que los animales nohumanos son explotados sin motivo alguno más que la tradición, pero se hace creer al público que cada uno de los motivos para esclavizar a los nohumanos, constituye una de esas situaciones de vida o muerte (una situación de “una casa en llamas en la que hay que elegir entre un nohumano y un humano”).

El mismo texto que había empezado criticando algunos motivos para oponerse a la explotación de nohumanos, termina acusando al “veganismo internacional” de intentar “educar a los niños” contra el sacrosanto carnivorismo. El autor cita el caso de la escuela adventista, que estaría educando contra el consumo de carne. Pero qué incidencia puede tener una escuela adventista? Acaso no es enormemente más grande el indoctrinación que se practica día a día en cientos de miles de escuelas de todo el mundo, donde a los niños se les muestra una visión unilateral que justifica la consideración de todo aquel que no sea humano, como si fuera una mercadería, un bien de propiedad o un objeto inanimado creado para el usufructo humano? El especismo está presente en prácticamente todo el sistema educativo mundial, lo que constituye una verdadera indocrinación por parte del aparato ideológico dominante.

El décimo punto muestra ser igualmente inconsistente. Para comenzar, el autor acusa al “vegetarianismo internacional” de conspirar para dar a conocer investigaciones, datos y resultados que no serían acertados, o al menos, que no serían coherentes con el defendido y supuestamente omnisapiente especismo. Pero exactamente lo mismo podría decirse del especismo, ya que investigaciones especistas hechas por especistas, no pueden dar otro resultado sino uno precisamente de ese tipo, especista.

Y finaliza el autor del documento argumentando que piensa “rendirse a la objetividad”. Pero no es novedad alguna la creencia en que “todas las ciencias son ciencias exactas”. Normalmente se entiende por ciencia exacta, por ejemplo, a las matemáticas, donde dos más dos siempre es cuatro, pero lo mismo no puede argumentarse para todas las ciencias. No hay ciencia exacta alguna que soporte el especismo, ya que el mismo es simplemente una discriminación que, si bien está apoyada por siglos de tradición, intereses económicos, cultura, religión y educación, no deja de ser un simple prejuicio en contra de todo aquel que no pertenezca a la raza humana.

En definitiva, cabe a los especistas probar por qué son tan reaccionarios a la hora de defender sus indefendibles argumentos. Si vivimos en sociedades supuestamente democráticas (con derechos reconocidos para humanos solamente), por qué la oposición al especismo genera tantas y tan agresivas reacciones? Si el autor pretende tener un “ismo” menos, podría comenzar por sus prejuicios, como por ejemplo, el carnivorismo que es producto de su especismo.

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